El blanco no es un color único, al contrario: elegirlo para tu propia casa abre un mundo infinito de posibilidades y matices. Puedes recrear un ambiente ártico a través de gradaciones como el blanco óptico, tiza, algodón y hielo o preferir tonalidades más envolventes como marfil, crema y nata. Puedes jugar con las texturas, los acabados y los materiales de los distintos componentes para hacer que la cocina se adapte al estilo de tu casa. Mármol, laminado, vidrio, madera, piedra, acabados brillantes, mates, veteados, jaspeados: los elementos para embellecer y hacer único tu ambiente son numerosos.
El resultado es un espacio inmaculado, limpio, refinado y, sobre todo, ¡luminoso! Las superficies brillantes aportan luz a todo el ambiente, ampliando la percepción del espacio y proporcionando a tu cocina una sensación de ligereza y amplitud.